Con el susto, el ojo pegado aún, ni pizca de azúcar, nada en la nevera y el estomago vacío salimos huyendo de casa despavoridas en busca de algo que nos apañe el malestar y nos devuelva algo de la energía perdida con semejante estrés.
Por suerte conozco una tienda maravillosa al ladito de casa dónde por un par de euros hacen los mejores bocadillos de la ciudad, así que armadas con chorizo, lomo y Fanta de naranja -hay que subir la tensión- nos sentamos en mi banco favorito del barrio a zampar con alegría y a tomar el sol.
Pasadas un par de horas, ya recuperadas de los múltiples sustos matutinos, con algo más de claridad mental, algo de comida y una caja enorme de tampax bajo el brazo volvemos a casa con una misión clara: ponernos ciegas a comer, pegarnos una buena sesión de cine y arrojar sin ninguna contemplación a la pava de rojo por el balcón.
Dicho y hecho. Preparo la sesión.
Elijo para ir abriendo boca Arrástrame al Infierno, el último peliculón de terror del genial Sam Raimi que entre su filmografía tiene joyitas ochenteras de serie B como la trilogía de Evil Dead -más conocidas en nuestras tierras como Posesión Infernal, Terroríficamente Muertos y El Ejercito de las Tinieblas-.
Una maravillosa trilogía de terror, gore, humor negro y mucha mala leche con claras referencias al Joven Lovecraft. Sentó cátedra.
Bajamos la persiana, corrimos las cortinas y a disfrutar. Gritamos, nos reímos a gusto, nos tapamos la cara de puritita repulsión mientras salían de nuestras gargantas asombrados y jocosos –nooooooo!!!!-, nos quedamos sin aliento absortas y aplaudimos muchísimo al final…un diez.

El segundo plato, que no pudimos ver ayer -lástima, teníamos invitadas de excepción-por culpa de una empanadilla de humo primaveral, Bitch Slap
Ya ni recuerdo desde cuando llevo dando la murga con esta película, ayer por fin, o más bien hoy, cayó en mis manos…
Festivalón de megatetas y ultraviolencia femme.
Tres macizorras ultraceñidas y superajustadas repartiendo leña como si fuesen la mismísima princesa guerrera -que de hecho aparece en un delirante homenaje-…a ver, su director Rick Jacobson fué co-director de Xena...
Ni cine de autor, ni argumento original, ni leches, hora y media de jamones sudorosos y polvorientos, camisetas mojadas, primeros planos infartantes de unas delanteras dignas de mi Elvira, hostiones y palizas más salvajes que en Kill Bill, armas sacadas de Alien 4, revolcones, ataques de celos, tirones de pelo, explosiones, sangre, sexo y mucho calentón.
No apta para herméticas.

De postre Life Blood, dos pivones de ex-cándalo bolleando hasta el infinito y más allá tras ser convertidas en vampiras por una sáfica Dios, una frikada total.

Y así pasamos los días de primaveral menstruación, entre teta y teta, más a gusto que un arbusto...