Me pagaste el viaje en un avión de madera
que flotando entre dos mundos me llevo hasta tu libertad.
No hacia falta solitarios y yermos páramos trenzar
para llegar a ahogar delirios locos
de infantes humillados por ciencias inexactas,
que miden con desprecio el sabor de una marea desbocada.
Ni tan siquiera mirar con rabia destinos de historias no afinadas
que resuenan virulentas en fagocitas entrañas luminosas y sombrías.
No hacia falta, pues,
borrar las huellas del sueño que nunca llego a existir,
ni asesinar por la espalda platónicos destellos de tedioso avance.
No hacia falta matar con ambas manos deseos,
delirios y sentencias rotas,
ni ahogar con besos largos el incipiente dolor.
Ni hacia falta regurgitar mudos lenguajes
y vomitarlos hasta hacerlos resonar huecos y dolorosos
en cada exhalación cadenciosa del lacerante veneno
que significa tu inexistencia.
Solo una cosa quería…dejarme marchar.
lunes, 19 de mayo de 2008
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