El ojo inflamado, anunciando que si doy un paso más
se me sale de la orbita
y entonces,
ya si que no quedará nada.
Entre trazos desleales pierdo la fuerza que me desnutre
en daguerrotipos de desoladas y pálidas letanías
abriéndose paso ante mis atónitas manos
que los surten de vida y les enseñan a los seres cuaternarios
que una vez más,
es mejor el descanso de la inconexa mediatización
de formas rituales al acecho.
Acecho llama mi sangre al ataque inesperado de tentáculos vitriosos
que sin piedad ni memoria
azotan los vientos que dan movimiento calmo a mi deambular,
y turbada ahora, al cambiar súbito mi tránsito vago,
ominosa me devuelve la figura obsoleta y clamorosa
el espejo anciano que siempre me resta claridad.
Afilado cierro el único ojo que ve claro
y peco orgullosa de vanidades innatas
impresas en lágrimas cobardes que no sé bien como secar.
Y aunque me oigo aullar sin descanso
lacerantes mis gestos de ultrajada heroína
por la fuerza y astucia de la bestia acosada enamorada de odio
impasible derramo autocastigos que no me convencen.
Me miro en tus ojos y corro a salvarme.
lunes, 17 de marzo de 2008
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